Texto y fotografías: Juan Blanco

Chilpancingo, Gro., 02 de noviembre de 2021.- Bajo el cielo despejado que provoca un calor sofocante en el panteón central de Chilpancingo, los Meza Villanueva se lamentan y lloran la muerte de sus familiares Rogelio y Catarino al pie de la tumba donde descansan sus restos, tras perder la batalla contra el Covid-19 como miles de personas en Guerrero.

Los niños que los acompañan sin embargo pasan desapercibidos los minutos tristes y grises, y ríen y juegan entre sí cualquier cosa que les divierte, pero no es lo mismo para la joven Rosalba Meza, de 35 años: lágrimas cristalinas brotan como agua de sus ojos negros adornados por sus pestañas rizadas y alargadas con rímel hacia el cielo azul, y corren una tras otra sobre sus pómulos y mejillas de su rostro redondo y claro.

Mientras tanto, «El Palomo» y «Mochi» que conforman el dúo norteño que se hace llamar Los Aventureros de Guerrero, interpretan con su acordeón y bajo sexto junto a la cripta la siguiente melodía que compuso el extinto cantante de la música regional mexicana, Cornelio Reyna:

/Te vas ángel mío, ya vas a partir/Dejando mi alma herida y un corazón a sufrir/Te vas y me dejas un inmenso dolor/Recuerdo inolvidable me ha quedado de tu amor/.

A «El Palomo», como así lo conocen, aunque en realidad se llama Juan Navarrete Barragán, de 69 años de edad, apenas si se le ven sus pocos dientes que le quedan al gesticular su boca oscura y marchita al cantar en segunda voz la siguiente estrofa de la misma pieza musical:

/Pero, ¡ay!, cuando vuelvas no me hallarás aquí/Irás a mi tumba y allí rezarás por mí/ Verás unas letras escritas ahí/ Con el nombre y la fecha, y el día en que fallecí/.

Y sí, sobre la plancha de cemento de la austera sepultura se encuentra enterrada una cruz de madera artesanal color marrón rojizo en forma de Biblia abierta y con un dibujo del rostro de Jesucristo crucificado.

La cruz está adornada con cadenas de la popular flor de cempasúchil y a su alrededor hay floreros con ramos de terciopelo, nube y coloridas guirnaldas de plástico picado.

Sobre la parte izquierda de la Biblia fueron escritas a mano letras mayúsculas negras que representan el luto y que rezan: «Rogelio Meza Villanueva». En la derecha escribieron en letras blancas que representa la paz, la siguiente abreviatura: «NAC: 06-02-1983. FALL-25-04-2021».

Es decir, Rogelio murió hace siete meses a los 38 años de edad, según nos cuenta su hermana Rosalba, y quien, al recordar este horrible pasaje de su vida, se le vuelven a llenar los ojos de lágrimas que caen al vacío como gotas de agua.

Con los labios temblorosos pintados con color rojo carmesí, nos relata que la mayoría de los integrantes de su familia se contagiaron de Covid-19, entre ellos su tío lejano Catarino Meza, Rogelio y ella.

Por ejemplo, nos comenta que su hermano fue tratado por un doctor particular durante 10 días en su vivienda de la colonia Ricardo Flores Magón, quien le recetó medicamento y le recomendó usar oxígeno medicinal, para lo cual gastaron alrededor de 80 mil pesos por todo el tratamiento.

Cuando parecía librarse del contagio, Rogelio recayó después y les advirtió que tenía mayor dificultad para respirar, por lo que, a pesar de que había resistencia en un primer momento, decidieron finalmente llevarlo al Hospital General «Raymundo Abarca Alarcón» de Chilpancingo para que fuera internado, sin embargo, su oxigenación ya tenía una saturación de 30.

Rosalba venció a la enfermedad, pero no su tío Catarino, quien perdió la batalla en febrero, ni su hermano Rogelio, quien murió a la una de la madrugada del 25 de abril de este mismo año, causando entre los dolientes remordimiento y arrepentimiento por trasladarlo a un nosocomio y no cuidarlo en su casa como se los pidió.

El féretro con el cuerpo se los entregaron a las cinco de la mañana del mismo día y les dieron hasta las 12:00 del día para sepultarlo, pero en el transcurso de esas horas recibieron una llamada del hospital para informarles que Rogelio seguía aún con vida.

La noticia los llenó de esperanza, pero al mismo tiempo no sabían qué hacer: si abrir el ataúd frente a los que los acompañaban en su dolor apesar del riesgo que representaba, para confirmar si eran los restos de él o de otra persona fallecida, o ir directamente al hospital a pedir una explicación.

Sin embargo, todo fue desinformación desde las autoridades de salud, dado que después recibieron otra llamada telefónica para decirles que a quien velaban sí era el cuerpo de su familiar.

En el marco de la conmemoración del Día de Muertos, ahora su familia visita la tumba del panteón central de Chilpancingo donde yacen los restos de Rogelio y Catarino, y de otra tía que murió hace cinco años.

Mientras tanto, «El Palomo» y «Choni» interpretan con su acordeón y bajo sexto las últimas dos líneas de la última estrofa de «Te vas ángel mío» que compuso el extinto cantante de la música regional mexicana, Cornelio Reyna:

/Verás unas letras escritas ahí/ Con el nombre y la fecha, y el día en que fallecí/.

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