Presentó “Clave 11, diario de un fotógrafo de la nota roja” * El fotógrafo poblano consideró que en Guerrero se mezcla la violencia común con una violencia de represiones o de conflictos sociales

Texto Luis Daniel Nava
Chilpancingo, 13 de octubre de 2023.- Exiliado del retrato de violencia, Rafael Durán Ortiz, el Señor Click, se ha convertido en una celebridad de la fotografía callejera. Su lucha además es formar nuevas generaciones y por un periodismo digno.
En su visita a Chilpancingo, del 4 al 7 de octubre, observó que el periodismo es de alto riesgo en Guerrero: «Se mezcla la violencia común con una violencia de represiones o de conflictos sociales».

De barba cana y tatuajes en los antebrazos, Rafael Duran, de 51 años, es un álbum de anécdotas macabras y jocosas que recolectó en las tres décadas que fotografió a la muerte.
Suelta varias en Chilpancingo en los dos días de presentación de su libro “Clave 11, diario de un fotógrafo de la nota roja” pero también durante la charla con colegas, en la informalidad.
En la sede de la delegación 17 del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa el jueves 5 de octubre y en el centro cultural Sita, el viernes 6, fue reconocido. Le pedían fotografías con su máscara que en los ojos trae dos flashazos bordados y en un costado una cámara con una estrella roja que para él, simboliza esperanza.
También su firma en los libros que no dejó de vender y de lo que ahora se sostiene.


Rafael Durán creció en la popular colonia Zaragoza de Puebla. Ahí fue testigo de peleas callejeras, robos, asesinatos y cómo militares violentos y alcoholizados abusaron de una mujer de la zona rural.
Es por eso que en su colonia, el gritón de periódicos de nota roja pasaba casi a diario a pedir a los vecinos que reconocieran al muerto que venía en la sección policiaca.
A los 17 años, Pepe Miranda un fotógrafo de sociales, le puso una cámara Pentax K1000 y le dijo:  «Dispárale·». Ese momento coincidió con la muerte de su padre.
Escuchó el sonido de la cámara al disparar y luego vio en el laboratorio que una imagen aparecía al manchar con líquido una hoja blanca.
“Ahí fue que dije ‘puta madre’, es el momento de retratar lo que viví de niño y por eso el acercamiento a la nota roja, no por los muertos sino por decir esta es la realidad que padecí”, recuerda Durán.


Su primera cámara fue de una Zenit 12xp, de origen ruso.

En una ocasión su mamá hizo el esfuerzo de llevarlo a la lucha libre a la Arena Puebla.
Los ojos de ese niño se deslumbraron con las luces, las capas y las máscaras de los luchadores y de ver cómo podían vencer al villano.
«¡Ah huevo! Ellos nos pueden ayudar a defendernos y a cuidarnos», expresó en su infancia.
Ese recuerdo de niño y el símbolo de lucha de las caras de los luchadores hicieron que portara una.
Primero usó la de Black Shadow y desde 2011, una personalizada del Señor Click, su personaje.
La elaboración de sus máscaras únicas, regaladas cada que visita a un lugar del país, son por parte de King Rocker, un luchador poblano.

Retiro por higiene mental

Ejercer el periodismo en Guerrero es de mucho riesgo, consideró el fotógrafo Rafael Durán. Consultado al concluir su presentación de libro en el centro cultural Sita, el fotoperiodista poblano dijo que la violencia en la nota roja en el país es distinta de acuerdo a la geografía.

En Guerrero, explicó, se mezcla la violencia común con una violencia de represiones sociales o de conflictos sociales.

Y la violencia del centro del país es distinta a la de Guerrero y la de la frontera norte como en Tijuana.

«En Guerrero no solo existe el riesgo de la nota roja sino en la cobertura normal de los reporteros. Se me hace un ejercicio de mucho riesgo. Guerrero y Michoacán para mi son los dos estados que en automático prendió un foco rojo para cubrir un ejercicio periodístico».


En 2018, después de 30 años en el periodismo, Rafael Durán decidió retirarse por una higiene mental que le permitiera disfrutar la vida con su familia.
«Fue tratar de reconocer que estoy a tiempo de no estar tan madreado con un estrés postraumático que son efectos que tiene mucha gente que cubre violencia. Tener una higiene mental que me permita disfrutar lo que me queda de vida y no pensar solo en muertos».
Continúa haciendo fotografía pero ya no con la necesidad de tener la imagen para la nota roja. Ahora se comunica con otras herramientas como las redes sociales y sus libros.
También dedica tiempo a capacitar a niños y adolescentes con vocación a la fotografía, la creación de proyectos y el intercambio de experiencias desde el proyecto cultural Taller Casa Click.

—¿Qué recomienda a las nuevas generaciones? —se le plantea.

—Que eviten la violencia desde la redacción porque ahí empieza; la falta de los servicios primordiales del trabajador, como el servicio médico.
«Que tengan un salario digno que permita que uno no viva del político. Los medios de comunicación son una empresa, desde ahí está el seguro social, el servicio médico, la prestación. Cualquier trabajador, un albañil, un plomero,  entra a laborar y lo primero que le dicen es ‘ahí está tu seguro social’.

Continua: «¿Por qué el periodista que está capacitado, que en teoría es un profesional de la denuncia, no lo exige? Le hace falta una autocrítica a los medios de comunicación y organización a los reporteros.

«La calle es distinta. Para eso es primordial capacitarse en seguridad, aplicar un protocolo de seguridad de acuerdo a la cobertura.

«Dónde estás parado, dónde vas hacer la cobertura, qué me puede pasar aquí de pronto y tener los conocimientos de primeros auxilios, de seguridad digital, de cuidado mental.

«La violencia en Tijuana puede ser del 1 al 10, un 9; en la alameda de la Ciudad de México un 1; en Guerrero un 9.

«Desde ahí tu sabes como ejercer periodismo. Que los chavos sepan el grado de riesgo que están viviendo. Y que tengan muy claro siempre que no hay una foto que valga la vida ni un medio que la merezca», finaliza.

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