Texto y fotografía: Bernardo Torres Morales

Ajuchitlán del Progreso, 31 de enero de 2022.- En decenas de comunidades de la Sierra de Guerrero continúa la migración de campesinos de cultivos de amapola a huertos frutales, a través del programa federal «Sembrando Vida».

En algunas de ellas los huertos frutales se intercalan con árboles de aguacate recién plantados y esperan que en uno o dos años las huertas empiecen a producir lo suficiente para mantener a sus familias y dejar por completo la siembra de enervantes.

Desde la caída del precio del opio, muchos campesinos ya habían optado por otro tipo de cultivos o actividades productivas.

Reconocen que el cambio no ha sido sencillo, puesto que los resultados de la siembra de aguacate es de dos hasta cuatro años para empezar a ver resultados, mientras que la amapola—mientras no fuera destruida—era cuestión de meses.

El programa Sembrando Vida es diverso, pues además de aguacate están cultivando durazno, y están reforestando con pino de ocote y ayacahuite, áreas anteriormente usadas para sembrar amapola.

Aunque todavía se observan plantíos de este cultivo ilegal, los pobladores de la sierra comentan que cada vez es menos rentable debido al costo de los insumos, líquidos para fumigar y fertilizante que también se han disparado.

En cambio el precio del aguacate en este momento es bueno, pero requieren de mayor apoyo por parte de los tres niveles de gobierno para que se concreten los proyectos y se les dé continuidad.

«Le vamos a apostar a este cambio, pero necesitamos que el Gobierno de México y de Guerrero volteen a ver de este lado, que nos eche la mano con los caminos, porque seguridad tenemos», dijo uno de los campesinos.

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