*Se llevaron lo más grande que tenía Jaleaca, exclama su madre

Texto y fotografías: Bernardo Torres

Jaleaca de Catalán, Gro., 26 de mayo de 2021.- Mataron al líder moral de Jaleaca de Catalán el viernes pasado en Chilpancingo, este hecho ha silenciado a toda una comunidad de más de tres mil habitantes, cuando arrastraban una lucha de décadas en defensa de los bosques.

Los pinos y ayacahuites no tienen voz ni pueden defenderse, Marco Antonio Arcos Fuentes era la oposición para defenderlos de talamontes ilegales, alentados por el crimen organizado que buscan controlar todos los recursos naturales en la sierra.

Tras su muerte en Jaleaca nadie protesta, nadie exige justicia por temor a represalias, tampoco quieren hablar de lo sucedido y mucho menos sacar conclusiones. Incluso su familia es muy discreta, insisten en que no saben nada, si tenía enemigos y si alguien buscaba hacerle daño, pues su trabajo era derecho.

«No podemos decir más de lo que se ha dicho», dice un ciudadano sin dar nombre ni apellido y se aleja rápido, todos temen que haya represalias, además de que no hay presencia de autoridades estatales o federales.

Uno de sus parientes, dice que si alguien quiere retomar los proyectos de Marco Antonio puede hacerlo, pero no contarán con la familia, «si alguien más quiere morir que asuma la comisaría».

Y es que apenas a menos de un año de haber sido nombrado comisario municipal, Marco fue asesinado en la Ciudad de Chilpancingo, dejando truncos sus proyectos ecologistas, defensa del bosque y proyectos ecoturísticos, que tenían como fin frenar el ecocidio.

De acuerdo con familiares, hubo conflictos internos en Jaleaca que le impidieron seguir con sus proyectos, pues en su afán de hacer las cosas bien  «de manera derecha» se le fue impedido, a causa de un pequeño grupo de opositores.

La tarde de este martes acudió a la localidad el coordinador del Mecanismo de Protección a Defensores de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación Federal, Jorge Ruíz  y Lourdes Martínez Cisneros, titular de la Unidad Estatal para Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas a retomar el testimonio.

Encontraron que Marco Antonio Arcos Fuentes de 45 años, era comisario municipal y había sido elegido porque en la comunidad de Jaleaca a meses que había regresado de Estados Unidos era una opción de cambio.

Sin poder expresar muchas palabras, su esposa, Lucía Tolentino Miranda, una joven de apenas 19 años con una niña de tres meses en brazos, y con quien llevaba apenas un año juntos, dice que él no quería ser comisario y ella tambien se lo pedía, dado que había personas que «no lo querían».

Dice que él siempre había trabajado limpio, desde hace un año y dos meses que había regresado de Estados Unidos y desde que se hizo comisario, hace cuatro meses, mucha gente le empezó a «tener coraje».

En Jaleaca, dijo la esposa, hace menos de un año, había hombres que tomaban a las mujeres por la fuerza, «cualquiera que les gustara», pero desde que Marco llegó a la comisaría acabó con esta práctica, gracias a la conformación de una policía rural de aproximadamente 30 elementos que ponían orden, algo que no gustó.

Impedir la tala de bosques, de pino y Ayacahuite fue lo que más molestó a una parte de la población y de otras localidades que saqueaban la madera de Jaleaca, acciones que incluso terminaban en detenciones que los confrontaban con las autoridades civiles.

Palabras de una madre

«Perdí mi hijo, no se lo que pasó, no quiero nada, no se quien fue y dejo todo a mi padre eterno, lo mataron como un venado de manera cobarde», expresa con coraje la señora María Fuentes.

Insiste que Marco Antonio no le debía nada a nadie, a quien su pueblo lo apoyaba y que su único delito fue haber aceptado la Comisaría, sabiendo los problemas que le traería consigo, por los asuntos que debía atender.

«Me quitaron lo mejor de mi vida, una injusticia, porque él nunca se metió con nadie, estaba bien en Estados Unidos y se vino a este pueblo salado, para tener este fin», exclamó su madre con un sentido de impotencia y desesperación.

En varias ocasiones, dijo, le pidió que no aceptara ser comisario, y que mejor se regresara a vivir con sus tres hijos que se encuentran en Kansas City, Estados Unidos, donde había vivido más de 25 años, pero no hizo caso.

En el país vecino quedaron sus hijos, Marelli de 24 años, Marco de 21 y Eric de 13, además de Emily, en Jaleaca de Catalán con apenas tres meses de edad.

«No tenía la necesidad de fracasar por estas circunstancias, tenía poco más de un año que había regresado porque estaba yo enferma, y ya no planeaba regresar, además de su papá que ya está de avanzada edad, pensando que en cualquier momento ya no lo viera», dijo doña María.

Su  familia coincide en que Marco no era mafioso, más allá de tener una casa bonita «todo se lo ganó con trabajo, cada peso fue con el sudor de su frente».

Su muerte es una tragedia para todo el pueblo, sólo había acudido a realizar compras para abastecer su tienda de abarrotes y al momento de almorzar fue acribillado de manera cobarde.

En menos de un mes es el segundo ecologista asesinado, que autoridades federales deben investigar, una situación que no debe repetirse en el Estado de Guerrero, exigen organismos defensores de derechos humanos.

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